(EFE).- La tormenta tropical Grace no da tregua en el sur de Haití este martes, tres días después de que un terremoto de magnitud 7,2 sacudiera fuertemente esta parte del país, donde las tareas de rescate continúan bajo una lluvia que complica aún más la situación de miles de personas sin hogar.
Las precipitaciones arrojadas por el ciclón fueron intensas a lo largo de la noche, y se han mantenido más débiles a lo largo del día, lo que ha afectado directamente a las cerca de 136.800 familias que se han quedado sin techo por los daños registrados por el movimiento telúrico en sus hogares.
El terremoto, con al menos 1.941 muertos y 9.900 heridos, ya es el segundo más mortífero de los últimos 25 años en Latinoamérica, una lista que encabeza el devastador sismo ocurrido en 2010 también en el país caribeño, que dejó más de 3.000 fallecidos.
En el barrio de Brefèt, en Les Cayes, miembros de Protección Civil, bomberos y fuerzas de seguridad participan en las tareas de desescombro de los restos de un edificio de apartamentos de donde ya han sacado a 16 personas con vida, según informó Protección Civil.
También han recuperado 9 cadáveres desde que iniciaron los trabajos para retirar los restos de la torre de 3 plantas y 48 viviendas, donde había muchas personas cuando se registró el sismo, según explicó uno de sus habitantes, Pierre Sena.
El hombre dijo que aún quedan cadáveres bajo los cascotes y que en jornadas anteriores "se oían gritos" procedentes de debajo de los escombros, pero ya no se escucha nada, "parece que se murieron", afirmó.
Mientras, en el centro de Les Cayes, cerca del Hospital General, cientos de personas están refugiadas en uno de los diversos campamentos improvisados para alojar a quienes han perdido sus viviendas y todas sus posesiones.
Ahí han pasado esta última noche, en la que no ha cesado de llover a causa del paso de la depresión tropical Grace, haciendo aún más difícil la situación de personas que siguen atenazadas por el temor a las réplicas, que se siguen sintiendo en el núcleo urbano de la ciudad.
A unos pocos kilómetros de Les Cayes, en la comuna de Camp Perrín, donde pequeñas poblaciones están diseminadas a ambos márgenes de la carretera, muchas familias han permanecido junto a los restos de sus viviendas, protegidas de los efectos de Grace únicamente por toldos armados con telas y palos.
Allí Efe encontró a Alcide Ginette, que perdió a su hijo Alexi, de 15 años, en el terremoto. Al sentir el sismo quiso entrar en la vivienda y le cayó encima la estructura, en la que vivían cinco personas, explicó.
Ellos aún cuentan con una pequeña casita donde refugiarse, muy cerca de la familia de Jean Wiliome Cherestal, cuyos seis integrantes han decidido permanecer en el hueco que han considerado habitable, entre el tejado de zinc de la vivienda y el suelo, donde han colocado colchones y han prendido lumbre para cocinar.
Cada pocos metros se encuentra una historia similar, como la de Elianne Dey.
Su madre tiene un brazo y una pierna rotos porque le cayó encima un muro de su casa, que ha quedado totalmente destruida, pero no quieren alejarse de lo que fue su hogar.
Las autoridades haitianas calculan que el 40% de la población de la región suroeste, cerca de 684.400 personas en total, requieren de ayuda humanitaria urgente, puesto que muchos de ellos se han quedado sin refugio y sin capacidad para conseguir sustento.
El cálculo del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef) es incluso más alarmante, puesto que el organismo internacional alertó este martes que 1,2 millones de personas, incluidos unos 540.000 niños, tienen acceso limitado o nulo a refugio, agua potable, atención médica y nutrición.
El terremoto viene a complicar aún más las condiciones ya difíciles de por sí que atravesaba Haití, país en el que cerca de 4,4 millones de personas ya se encontraban en situación de inseguridad alimentaria, según datos de la ONU.