MONTEVIDEO.- El aumento de la población que sufre hambre en América Latina y Caribe, que actualmente llega a 39 millones de personas, es motivo de preocupación para la FAO, en palabras de su representante regional adjunta en la zona, la estadounidense Eve Crowley.
En una entrevista con Efe, con motivo de su visita a Montevideo para la presentación de un libro por los 68 años en Uruguay de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), Crowley describió la situación actual en la región.
“(El hambre) es una tendencia bien preocupante porque, después de décadas de descenso de la subalimentación y hambre en la región y en el mundo, ahora se ve un aumento: en América Latina y el Caribe hay 39 millones de personas que padecen hambre”, alertó.
En el extremo opuesto de la malnutrición, la población en la región presenta altos niveles de sobrepeso y obesidad, que en el caso de Uruguay, según señaló la antropóloga, alcanzan el 65 % de la población frente al 60 % a nivel regional.
“Tenemos una meta asociada a la erradicación de la malnutrición en todas sus formas y, actualmente, una de sus expresiones es que en muchos países -no solamente en el país, sino en el hogar y, a veces, en la misma persona- hay una combinación de problemas simultáneos: subalimentación, obesidad o sobrepeso y una deficiencia de micronutrientes como el hierro, calcio, vitamina A y D”, indicó.
Sobre el alto consumo de carne en la región, a pesar de que la organización reconoce la importancia del alimento y la impulsa, la experta manifestó su preocupación por los problemas de salud asociados al sobreconsumo de proteína animal en déficit del consumo de frutas, verduras, legumbres.
“El uso de antibióticos en la cadena de producción de carne y acuícolas es una fuente de preocupación muy grande para FAO, OPS, OMS y OIE; porque sabemos que en 2050 la resistencia microbiana va a ser la principal causa de muerte en el mundo, más que el cáncer y las enfermedades no transmisibles”, agregó.
Según Crowley, los antibióticos son utilizados con el objetivo de obtener un aumento en el crecimiento productivo ganadero y su consumo ocasiona que las personas se vuelvan resistentes al medicamento, que “cuando se necesitan para una herida pequeña no funcionan”.
Con relación al uso de agroquímicos en la región, la experta dijo que “muchas veces la solución agroquímica puede ser esencial porque sin ella puede no haber producción. Pero, por otro lado, hay cantidades que son apropiadas y momentos de aplicación que son óptimos; con un mejor conocimiento se puede reducir significativamente la cantidad de agroquímicos que se usan en la producción”.
Para Crowley, la alimentación es un problema “transectorial” cuya solución depende del “sistema de salud, los sectores productivos de la economía, la educación y la industria”, y de la creación de “políticas públicas”.
Desde su perspectiva, es “sumamente necesario” que los estados apliquen “impuestos para los alimentos no saludables y subsidios para favorecer el consumo de frutas, verduras, legumbres y pescado”, así como que fomenten la agricultura familiar y campañas educativas como la última guía alimentaria que lanzó el Ministerio de Salud, en Uruguay.
“Si los Estados no toman acción ahora, van a pagar con sus sistemas de salud pública, algo que ya está pasando con el gasto de millones de dólares para paliar enfermedades no transmisibles”, sentenció.
Crowley cree que el mundo entró en una cuarta revolución industrial, en la que la inteligencia artificial y tecnologías como el “blockchain”, el “big data”, la selección genética, entre otros, transformarán el “sistema alimentario”.
“Yo diría que, si las empresas alimentarias y agrícolas no miran estas innovaciones tecnológicas, en el futuro próximo van a perder una parte importante del mercado”, observó.