POR; Roberto Rosado Fernández, UASD, San Juan de la Maguana.
Una ola de delitos se comete con mucha frecuencia en las escuelas del país. Eso está preocupando a gran parte de la ciudadanía que observa la ocurrencia de los mismos y lo poco que esto preocupa a los órganos institucionales llamados a corregirlos.
Robos frecuentes de pertenencias útiles para el desenvolvimiento adecuado de la docencia desaparecen sin que nadie se haga responsable del delito, mucho menos quien produzca alguna iniciativa para que se aprese a los culpables.
Peleas frecuentes de donde salen estudiantes o grupos de estudiantes lesionados bajo la mirada indiferente de las autoridades llamadas a corregirlos.
Últimamente las reyertas se han producido entre alumnos y profesores. Buscando el elemento causal de tal acción y, repasando cada acontecimiento de los que recogen las redes sociales, se colige que, por lo general, lo que provoca el desenlace fatal es algún reclamo que hace el o la docente para que el discente mejore determinada conducta a la que se resiste con fiereza provocando el conflicto que, a su vez, provoca la preocupación que describo. Me pregunto, Es que el docente no puede corregir o debe cambiar de estrategia para hacerlo?
Los últimos acontecimientos, dos casos, ocurren el Liceo Pedro Henríquez Ureña de San Juan de la Maguana en donde un alumno agrede a su profesor porque le reclama entregar la tarea que casi o nunca realizaba y que participara en clase, lo que tampoco hacía con frecuencia. La respuesta es una agresión física que no fue mayor porque se impuso la cordura del profesor para evitar males peores. Gracias a la buena comprensión de los padres y al interés de la Dirección y profesores organizados en la Unidad de Base de la A.D.P, se pudo buscar una salida que no afectara el año escolar del estudiante y la escuela pudiera volver a la normalidad. Pero por paradoja de la vida aparece a pocos días escribiendo en las redes ufanándose de lo que le hizo al profesor y llamándose a si mismo jefe de un grupo llamado My Tyson. Que ironía.
Estas actitudes deben llamar la atención de nuestras autoridades para tomar medidas que permitan mejorar la vigilancia y la orientación en las escuelas, principalmente las públicas para preservar la vida, tanto de los propios estudiantes como de los profesores.
El otro caso reciente ocurre en el Municipio de Vallejuelo, del Distrito Educativo 02-05. En la escuela Anacaona, una alumna, adolescente, de séptimo grado, rompe de una pedrada, un diente a un profesor por el solo hecho de solicitarle bajar de un árbol en su hora de Educación Física cuando se supone deben estar haciendo tareas de recreación o algún ejercicio.
Como estos hechos, ocurren muchos en otras escuelas, sin que se difundan para evitar que, al igual que los mencionados, lesionen, de igual manera, la buena marcha de la educación, mas hoy que, gracias a la lucha cívica que envolvió a la mayoría de la población, se consiguió la asignación del 4% del P.B.I para el desarrollo de una educación de calidad al alcance de toda la población del país.
Creo que es necesario acompañar esta iniciativa desarrollando programas conjuntos en donde participen todas las instituciones estatales en un propósito común de modo que Estado, Escuela, Familia y Poder Mediático respondan al mismo interés de formar un hombre para servir a su sociedad.
L a tarea fundamental ahora es eliminar la escuela que enseña desde otras esferas todo lo contrario de lo que se enseña tanto en el hogar como en la escuela, motor de la descomposición social que hoy exhiben nuestros jóvenes y la que reflejan en la escuela con irrespeto y agresión.