Por Ruben Moreta
Una de las actividades fundamentales de los seres humanos es el trabajo. En la arquitectura socio económica de la contemporaneidad, es a través de este que los individuos logran su realización personal-social.
En la sociedad capitalista occidental somos educados para asumir, a cierta edad, una acción laboral digna, proveedora y provechosa. La escuela se encarga del proceso sistemático de formación de las competencias laborales y el “Dios mercado” facilita el acceso al empleo.
Comenzamos a trabajar y terminamos dedicando un gran tiempo de nuestra vida en esa brega diaria. Y hay personas que, sin saberlo, desarrollan una “adicción” al trabajo. Estas personas permanecen 25, 30 ó más de 40 años en un empleo formal, sin pensar en su jubilación.
En el sector público, en especial en el magisterio, conozco muy bien la experiencia de profesores/as que no quieren abandonar las aulas o las posiciones directivas en los centros educativos donde son servidores. A veces, algunos –los menos-se creen imprescindibles en el puesto, pero generalmente lo que subyace es su inmenso miedo a la ociosidad y sedentarismo hogareño, a sentirse inútiles, a quedarse sin agenda diaria, a no ser importantes, y lo peor, a la cruel invisibilidad social.
Existe todo un sistema de prejuicios, fobia y miedo en torno a la jubilación, por lo que propongo un decálogo de ideas –no recetas- sobre cómo los maestros y maestras decidirse a encarar su jubilación, al concluir su dilatado ejercicio:
1.- Los maestros y maestras de acrecentado ejercicio deben preparar proyectos alternativos, a los cuales se puedan dedicar tras la jubilación, como son: participar de grupos de apoyo, escribir sus memorias, hacer trabajos comunitarios algunos días de la semana en instituciones caritativas, crear micro y pequeñas empresas (los/las que puedan económicamente), realizar actividades lúdicas placenteras, sanas y de significación para el jubilado, etc.
2.-Los entes vinculados al quehacer magisterial del sector público, deben comenzar a atender los prejuicios y miedo de los servidores docentes a la jubilación. Sugiero el involucramiento del Instituto Nacional de Bienestar Magisterial (Inabima), la Asociación Dominicana de Profesores (ADP) o cualquier otra institución.
Es fundamental destacar que el/la maestro/a tiende a sufrir un deterioro progresivo en su salud física y emocional. El sector laboral con mayor tasa de pacientes con patologías y trastornos psicológico-psiquiátricos son los/as educadores/as. Esto se explica porque la labor magisterial es esencialmente intelectual, y a esta tarea tienen que dedicar no las ocho horas consignadas por la Organización Internacional del Trabajo (OIT), sino que la jornada del/la maestro/a suele alcanzar doce y trece horas (sume las ocho en el aula y las demás en transporte y planificación-preparación de la clase del día siguiente). Y el fin de semana tiene que dedicarlo a su renovación cognitiva, asistiendo otra vez a la Universidad a cursar postgrados (diplomados, especialidades y maestrías), que son parte de los nuevos requerimientos para poder mantenerse actualizado en este mundo cambiante dictado por el paradigma de la Sociedad del Conocimiento y la Información, “donde lo único que no cambia es el cambio mismo”.
3.- Se debe realizar un proceso de orientación sobre calidad de vida e inducción-concienciación del proceso de jubilación en la comunidad magisterial, para que cuando llegue el momento el/la maestro/a esté preparado psicológica y emocionalmente para su retiro, y se vayan felices a descansar a sus casas, no tristemente enfermos o pesadamente lastimados por los años.
4. El/la jubilado/a debe enfatizar la realización de actividades de ocio, lúdicas e intelectuales, jamás dedicarse a criar o cuidar nietos, ya que ellos criaron los hijos que le tocaba criar, más la “ñapa” de coadyuvar a la crianza de los miles de niños y jóvenes que fueron sus alumnos en su larga y fructífera trayectoria docente.
5.-También, a todas las abuelas: no se dejen estafar de sus irresponsables hijos/as que “pintan” retoños en la calle sin control, para luego llevárselo a la casa de la “viejita” para que esta se los atienda y crie. Eso es maltrato y abuso hacia el envejeciente.
6.-A los/las maestros/as jubilados, tampoco acepten ir a un Colegio Privado a otro trabajo áulico. Su edad y sus condiciones físicas no le permiten ese trajín. Con los requerimientos tecnológicos de hoy, la indisciplina estudiantil, el ausentismo de los padres en la cuestión escolar, y además por la pésima remuneración salarial que ofertan los centros privados, salvo excepciones no le recomiendo esta opción.
7.- Que en cada Municipio el MINERD y entidades locales organicen un acto de alta significación cada año para despedir y reconocer a los/las maestros/as que esa anualidad se jubilen.
8.- Instituir, mediante Resolución del Consejo Nacional de Educación y el MINERD, dentro del mes de Regocijo Magisterial, un día dedicado al/la Maestro/a Jubilado/a, a ser celebrado simultáneamente en todos los municipios y distritos municipales de la República por los Distritos Educativos, las Direcciones Regionales, junto a los Ayuntamientos, las instituciones del gobierno y Organizaciones no Gubernamentales.
9.- En jornadas educativas de capacitación y de construcción curricular, invitar a maestros/as jubilados/as destacados/as para que cuenten su experiencia e inspiren a los educadores nóveles, y
10.- Querido Maestro/a: piense en usted, en su bienestar, en su salud. No salga de la escuela o el Liceo diezmado por la vejez a morirse en su casa. Al usted cumplir sus treinta años de servicio, reciba el beneficio de la jubilación. Deje que un colega joven asuma ahora su relevo. La Patria ya le agradece y le agradecerá por siempre todo cuanto usted hizo en la formación de la niñez y la juventud, que es lo mismo que la construcción del cimiento del destino nacional.
EL AUTOR es Profesor de Sociología. Reside en Santo Domingo.