“Veneno de taquilla” (Box office poison, en inglés) es el término que usa
Hollywood para referirse a un actor o actriz cuya mención evoca asociaciones tan negativas que afectan la venta de boletería de las películas que protagonizan.
Hay varias razones por las que una estrella de cine se convierta en “veneno de taquilla”: puede ser porque ha tenido una larga racha de películas con pobres resultados, que sea una persona muy difícil con quien trabajar, que haya hecho declaraciones hirientes e inapropiadas o que le aceche un escándalo.
Y eso último es lo que le está pasando a
Kevin Spacey, el destacado actor estadounidense ganador de dos Oscar que desde octubre de 2017 ha sido
objeto de numerosas acusaciones de abuso sexual, incluyendo de menores.
Su más reciente filme, “El club de los jóvenes multimillonarios” (The Billionaires Boy´s Club), se rodó antes de que estallara el escándalo, pero se estrenó el fin de semana pasado.
En su primer día en los teatros alcanzó una paupérrima venta de apenas US$126.
La cinta se proyectó en 10 teatros alrededor de Estados Unidos pero, aun con el modesto lanzamiento, la revista especializada
Hollywood Reporter calculó que
menos de dos personas, en promedio, compraron una entrada el día del estreno.