Cimentar la imagen de una institución es una tarea que se edifica ladrillo a ladrillo, por lo que cada uno de los integrantes de la misma, desde el ejecutivo de mayor rango hasta el trabajador de menor jerarquía, debe conectar sus actitudes, sus fuerzas operacionales y trabajos inteligentes, con la plataforma emanada de la investigación y la planificación estratégica.
No es fortuito el hecho de que haya algunas instituciones que proyecten una imagen sólida y bien fortalecida, ya que esta surge de la combinación de las buenas prácticas que el conglomerado o público activo apalancan en materia de Comunicación Corporativa y/o Relaciones Públicas.
La buena imagen tiene que ver con el impulso que cada uno de los colaboradores internos o empleados hagan o dejen de hacer para que la entidad envíe buenas señales a una sociedad que cada vez se torna más exigente y demanda de los colectivos que apliquen lo que en el ámbito administrativo se denomina una mayor responsabilidad social.
Debe emplear una política de buena vecindad y de armonía entre los intersticios que se entrecruzan en los micros y macros espacios y sistemas que operan dentro y fuera de la formación en cuestión, pero para ello, estos deben conocer y tener conciencia a plenitud del rol que lo que desempeñan.
La comunicación es un eje transversal que se mueve en un ambiente ecológico de mucha interactividad porque sus informaciones son abordadas por entes o fuentes que poseen la tecnología en sus manos, lo que podría ser una fortaleza, una amenaza, una debilidad o una oportunidad para que los públicos decisores o influenciadores construyan una imagen favorable.
Está la imagen que es la percepción que se tiene de una persona o de una institución, la autoimagen, que es que se tiene de sí mismo y de ahí depende la estima y la identidad que se tenga de algo o de alguien.
Tenemos que recordar que el hombre es el que les coloca los signos los contenidos de las cosas, y para ello este se desenvuelve en un contexto económico, político, social y cultural. Todo esto viene a colación del cambio de mando que inició recientemente la Universidad Autónoma de Santo Domingo, con la escogencia mediante votación en el Claustro Mayor, de la doctora Emma Polanco Melo.