Por Rubén Moreta
Los seres humanos, llenos de vanidad, habíamos olvidado cuan simple somos. Llegamos a creernos ser entes “superiores”, inaccesibles, encaramados encima de todo y todos.
Hoy nos vemos reducidos a elementos vulnerables, genuinamente finitos. La pandemia nos desnuda y evidencia como sujetos tan débiles que un imperceptible virus es capaz de exterminarnos.
La humanidad está aterrada, amenazada y cundida de miedo. De forma artera, un virus nos ataca y destruye, haciéndonos ver nimios e insignificantes, al no disponer de armas clínicas-sanitarias para repelerlo.
El covid 19 ha derribado los egos alzados en falsas cúspides. Ese minúsculo coronavirus, de solo 0.3 micras de diámetro, nos ha reducido a individuos muy endebles.
En fin, este imperceptible virus nos remenea para hacernos entender lo blando que somos. Quizás nos faltaba esa lección de vida, para que los humanos comencemos a valorar lo simple, lo pequeño; a distinguir lo importante de lo superfluo; a separar lo banal de lo relevante y a discriminar lo fundamental de lo cosmético.
El autor es Profesor de Sociología UASD.