Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?” fue el lamento de Francisco, después de visitar ayer en Vilna las celdas donde miles de personas fueron detenidas y torturadas por los servicios de seguridad de la KGB y la Gestapo.
En su segundo día en Lituania durante su viaje por los países bálticos, el papa acudió al actual Museo de la Ocupación y las luchas por la Libertad, utilizado durante años como cuartel de la KGB y que después ocupó la Gestapo, en los cincuenta años de ocupación soviética y los tres de invasión alemana. Descendió a los infiernos de los sótanos del edificio, donde se encontraban las celdas en las que se encerraba y hacinaba a los disidentes, opositores, a quienes se negaban a delatar y a los católicos y luteranos que denunciaban los abusos del régimen.