El encuentro, el primero en persona de Xi Jinping con un líder extranjero en dos años, dedicó buena parte de su agenda a la crisis en torno a Ucrania, donde Occidente teme una invasión por parte de Rusia ante la acumulación de tropas de este país en la frontera. En el comunicado, los dos presidentes aseguran que redoblarán su colaboración contra las injerencias extranjeras y las “revoluciones de colores” —los levantamientos populares que ambos gobiernos atribuyen a la influencia de poderes foráneos—.
También han criticado la creación de alianzas de seguridad en Asia, en una referencia a la creada a finales del año pasado entre Australia, el Reino Unido y Estados Unidos (Aukus). Y Rusia, por su parte, ha declarado su apoyo a China en una de las cuestiones de mayor importancia para Pekín: la existencia de “una sola China”, de la que Taiwán, considera, forma parte inalienable del territorio nacional.
Todo han sido sonrisas, cordialidad y exaltación de la amistad entre los dos países en la reunión que han mantenido los mandatarios ruso y chino. Ambos han subrayado la excelencia —”sin precedentes”, según Putin— de las relaciones bilaterales, que según Xi recibirán una inyección de “vitalidad” a raíz de este encuentro.
“Trabajamos para hacer realidad un verdadero multilateralismo”, ha declarado Xi, según la versión difundida por el Kremlin de las declaraciones de ambos dirigentes.
Putin y Xi abordaron también asuntos de interés bilateral, como la posibilidad de aumentar el suministro de gas natural ruso a China. Las dos naciones ya suscribieron en 2014 un acuerdo para la venta de ese combustible al gigante asiático, por valor de 400.000 millones de dólares (349.000 millones de euros).