Desde mucho antes de proclamada la República el 27 de febrero del 1844 a Pedro Santana se le conoció como cabeza visible del movimiento conservador.
Junto a Báez y Tomás Bobadilla constituyó el grupo que tomó principalía en los afanes por salir de Haití para buscar la anexión o el protectorado a cualquier otra nación extranjera.
Las gestiones a través del cónsul Levasseur para adherirnos a Francia ofreciendo para ello la Bahía y Península de Samaná no generan ninguna duda acerca de sus intenciones de entrega desde antes de nacer la República.
Con Haití no nos entendemos ni cultural, ni religiosa ni idiomáticamente. Por eso las iniciativas de Sánchez y los Trinitarios por la creación de una República libre, soberana e independiente de toda potencia extranjera provocó el acuerdo contenido en el manifiesto de 16 de enero de 1844 que hizo posible el nacimiento de la República obviando el término independencia, sustituido por el de separación. “¡A la unión dominicanos! Ya que se nos presenta el momento oportuno de Neiba a Samaná, de Azua a Montecristi, las opiniones están de acuerdo y no hay dominicano que no exclame con entusiasmo: Separación, Dios, Patria y Libertad.”
Los acontecimientos acaecidos en la junta central gobernativa demuestran el dominio conservador, razón por la que Bobadilla ocupa la presidencia en sustitución de Sánchez que la había ocupado de manera provisional.
Tan poco creen los conservadores en la República que, una vez calmado el ambiente, después de los acontecimientos ocurridos en las campañas militares del 19 y 30 de marzo de 1844, en Azua y Santiago, en donde los dominicanos demostraron que el 27 de febrero no fue una casualidad sino que podía sostener la República, tanto Bobadilla como Santana y Báez tuvieron de acuerdo en remover el plan Levasseur a través del cónsul Saint Dennis para conseguir el protectorado Francés a cambio, nueva vez, de la Bahía y Península de Samaná.
Y más tortuoso aún, ante la respuesta de los Trinitarios de dar, a la cabeza de Sánchez, el golpe de estado de 1844, 9 de junio, cuando Santana el 12 de julio da el contragolpe, declara a los Trinitarios, “Traidores a la Patria”. Los expulsa del país y pone como condición asumir el solio presidencial mediante una constitución despótica que le daría poderes plenipotenciarios y garantizaría la estadía en el poder de caudillos del ala conservadora.
La primera República estuvo dominada por Santana y Báez y desde esa posición no desmayaron en ofrecer la nación a cualquier otra nación poderosa en la intención de lograr beneficios para ellos y el grupo que representaban. El intento de los liberales en 1857 por revertir la situación, aprovechando una aparente contradicción entre Santana y Báez, fue aprovechada por este para cumplir sus anhelos de antaño de lograr anexar la nación, esta vez a España, aludiendo que Núñez de Cáceres cometió un error al decir: “En todas partes huye despavorido el caduco León de España dejando desocupado el terreno, a la fuerza y vigor juvenil de América”.
Finalmente entregó la nación sin darse cuenta, tal vez, que el pueblo dominicano estaba convencido que la República debía ser libre, soberana e independiente. Por eso el manifiesto de Sánchez lo declaró: “Traidor”, “Déspota”, “Plagiario de los Tiranos” y que había asesinado la patria, llamó al pueblo “a las armas”, y luchar contra el “déspota” para impedir la muerte de la patria, tarea que culminó cuando, Espaillat, Rodríguez, Polanco, salcedo, de Peña, Monción, de Jesús García, entre otros expulsaron del territorio dominicano al ocupante Español entre 1863 y 1865.
Autor; Roberto Rosado
El autor es maestro en el Centro UASD San Juan.