Por Rubén Moreta
En 2,019 los líderes del Partido Revolucionario Dominicano (PRD), con Miguel Vargas Maldonado a la cabeza, viven en una seductora y exquisita “zona de confort”. Sus dirigentes, perezosos y sedentarios, disfrutan las migas que le da haber sido bisagra del oficialista Partido de la Liberación Dominicana (PLD) en las elecciones nacionales de 2,016.
Hoy se observa a un Miguel Vargas Maldonado, líder del Partido Revolucionario Dominicano (PRD) muy cómodo y placentero fungiendo de Canciller, viajando por todo el mundo, codeándose con líderes mundiales y merecedor de una abundante figuración mediática.
Juan Domingo Perón sostenía que “los partidos políticos triunfan o son destruidos por sus conductores. Cuando un partido político se viene abajo, no es el partido político quien tiene la culpa, sino el conductor”. En esta lógica, Miguel Vargas, Doña Peggy Cabral, Toni Peña Guaba y los demás que quedan dirigiendo ese partido son los responsables del aturdimiento.
Hoy el PRD es un ente enfermo, cuasi moribundo, al cual -muy pronto- un sacerdote deberá practicarle la extremaunción.
Atrás quedó su larga historia de lucha por la libertad del pueblo dominicano y sus invaluables aportes al estreno -en 1978- de la democracia en República Dominicana; a traer a su patria a los exiliados; a sacar de las ergástulas a los presos de conciencia; a extirpar de los cuarteles militares y policiales la politiquería y haber iniciado una nueva era de respeto a los derechos humanos.
A Miguel Vargas se le está agotando el tiempo para revivir ese paciente en coma que es el PRD. La historia lo juzgará.
El autor es Periodista.