SANTO DOMINGO.-Llegó al país en 1973 para administrar un “hotelito” en la provincia de Puerto Plata, pero abandonó a los quince días.
“El trabajo era temporal, la proyección era durar tres meses hasta tanto apareciera una persona que se encargara permanentemente, como apareció antes de tiempo, mi estadía allí ya no tenía sentido”, comenta Juan Abrales, un argentino nacionalizado dominicano que ha echado raíces en Santo Domingo.