Por: Rubén Moreta
El comportamiento del ingeniero agrónomo Osmar Benítez, Ministro de Agricultura del gobierno de Danilo Medina, oscila de lo ridículo a lo ofensivo, ya que es una especie de vedete que canta mal, bailotea de forma impúdica, pero con la escasa ropa, -en este caso su pico de oro-, quiere encantar a todos.
Osmar está donde soñó: quiso ser Ministro de Agricultura, lo cabildeó, se arrodilló y el presidente sanjuanero, para narigonear a la Junta Agroempresarial Dominicana (JAD), poderoso grupo “de la sociedad civil”, le regaló el puesto en 2018.
Medina le cumplió el anhelo a Osmar, aunque a un precio bajo y denigrante, porque el burócrata ha permitido estar reducido al rango de simple peón, o más bien, a ser un titular segundón, porque el verdadero ministro del campo es el Presidente Medina, con sus “visitas sorpresas”, abruptamente detenidas por la pandemia del coronavirus.
Con su “pico de gallo”, el Ministro Osmar Benítez hizo una deuda con operadores de máquinas pesadas del Valle de San Juan ascendente a noventa y dos millones de pesos, por concepto de rotulación de terrenos, durante la siembra otoño-invernal de habichuelas, del año 2019.
El funcionario malapaga no se deja ver de los dueños de tractores ni de los operadores de esas máquinas.
La pandemia del coronavirus ha atrapado a los infelices dueños de maquinarias y a sus operadores con esta abultada deuda que el Ministro malapaga Osmar Benítez no procede a saldar.
Osmar es malapaga y también enemigo de San Juan, porque nunca defendió a esta provincia de las pretensiones de la minera Goldquest de agredir nuestro valle con la pretendida explotación de oro.
Osmar, paga o ruega.
El autor es Periodista.