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San Juan de la Maguana

El sueño de Anibel era irse con sus tres hijas a los Estados Unidos

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El sueño de Anibel González Ureña era volar alto y lejos de San Pedro de Macorís junto a sus tres hijas y poner punto final a la historia de maltrato y sufrimiento a la que estuvo sometida por más de una década.

Tras sobrevivir milagrosamente a las siete puñaladas que hacía dos años le había infligido su ex pareja, la joven abogada de 30 años no detuvo sus aspiraciones profesionales y su único anhelo era trabajar en la Embajada Dominicana en los Estados Unidos, a donde había realizado una pasantía recientemente, buscando poner un mar de distancia entre ella y Yasmil Oscar Fernández, quien la hostigó vía telefónica hasta el último día que guardó prisión durante año y medio en el Centro de Corrección y Rehabilitación de la Sultana del Este.

Pero no lo consiguió. Hacía menos de un mes que se había establecido en un departamento en el barrio Los Maestros y en cuyas escaleras todavía quedan algunas huellas de la tragedia del pasado viernes cuando, tras haber recibido cuatro disparos, le alcanzaron las fuerzas para bajar desangrándose de la segunda planta con la menor de sus tres hijas en brazos, dejando atrás a su verdugo, quien se había suicidado de un disparo.

En la memoria de los vecinos aún resuenan los gritos de la mujer que imploraba por su vida y que antes de expirar su último aliento en el hospital Regional Antonio Musa, quería asegurarse de que sus hijas, que habían presenciado la tragedia en la habitación contigua, estaban bien.

“Ella me dijo:-Me duele el pecho nada más… yo estoy bien, pero y mis hijas donde están”, narra su inseparable hermana Rosanny, quien se deshace en llantos al recordarla como una mujer alegre, luchadora incansable y trabajadora. “Todo lo de ella era en grande, todo, todo, todo. Ella quería llegar lejos, lejos, lejos (llantos). Ella decía que se iba a trabajar en la Embajada y que las niñas se iban a quedar aquí, conmigo y su mamá, y que después se las iba a llevar y que iban a vivir allá, lejos de aquí”.

Anibel era la menor de los tres hijos de Virgen Mercedes Ureña y Félix González. Se había graduado de abogada y posteriormente realizó una maestría en derecho migratorio y consular en la Universidad Autónoma de Santo Domingo.

Coincidió con Yasmil cuando, con apenas 17 años, fue contratada como secretaria en la mueblería Euromuebles, de la que él era administrador, y posteriormente se casó con el hombre trece años mayor que ella.

“Yo le decía: -manita, tú estás muy joven para casarte con ese hombre, ese hombre no sirve porque él es mayor que tú, y aparte de eso, es muy mujeriego y sinvergüenza y ella me decía que él iba a cambiar”. Pero no fue así.

El matrimonio estuvo marcado por los celos, la violencia y el acoso constante por lo que Anibel prefería que las niñas estuvieran con su hermana o en casa de su madre en el sector 24 de abril. “Uno nunca sabía, porque de repente estaban bien pero no se sabía en qué madrugada iban a llamar a uno porque él estaba dándole golpes o le había hecho daño. Él la amenazaba con las niñas”, asegura.

Mientras el desconsuelo arropa inmisericordemente a su madre y la pequeña Anny Emil se entretiene con un celular a su lado, ajena al desenlace fatal de sus padres, Rosanny aún se pregunta por qué su hermana regresó de la capital, a donde se fue tras sobrevivir a los ataques del 2017. Se pregunta por qué los jueces no “le cantaron” 30 años a Yasmil tras la tentativa de homicidio.

¿Por qué lo dejaron en libertad?

Al salir de la cárcel tras un cuestionable acuerdo con el Ministerio Público, el hombre seguía obsesionado con Anibel y la perseguía, usando como carnada a sus hijas, a las que llevaba a pasear con frecuencia.

“Llegue a coincidir cuando él las traía ahí en las escaleras, pero él siempre se quedaba abajo y ellas les decían, papi sube, pero él decía que no podía”, narra una vecina, quien destaca que en esos días la víctima había reclamado al propietario de la vivienda la colocación de rejas a la puerta principal.

En esos días también había hablado con su tío Miguel Ureña, quien fungía como su abogado, para ver las posibilidades de que lo reapresaran pero no le dieron respuestas.

Le habían ofrecido una candidatura a regidora

Según su hermana, la misma semana de ser asesinada, Anibel había viajado a Santiago a donde un conocido le había ofrecido una precandidatura a regidora, con tal de ayudarla a huir del pueblo. “Habían muchas personas que la estaban ayudando pero todo se demoraba mucho”, dice Rosanny al afirmar que también se había esfumado una promesa de llevársela a trabajar a la Embajada dominicana en Dubai. “Ella era lo mejor que había. Mi niña, tan buena. Su único sueño era poner a sus hijas bien y a mí también. Luchó. Luchó hasta el final. Es la muchachita más luchadora que yo he conocido”, narra con la voz entrecortada, su madre. Así la recuerda su vecino, Raúl Rivera, quien la socorrió y estuvo con ella durante los largos 25 minutos que tardó el 911 en darle asistencia médica.

Coincidencia
En la misma calle donde vivía Anibel, hace siete años el doctor Nicolás Fondeur asesinó a su esposa y luego se suicidó.

Por María Teresa Morel

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