Por Rubén Moreta
La azarosa muerte de la Profesora Ángela María Moreta ha sido un martillazo para toda la sociedad sanjuanera, que aún no sale del asombro por tan desdeñable crimen.
El verdugo –su compañero sentimental- la condujo a un cascajal y le dio dos tiros fulminantes (uno en la cabeza y otro en el cuello).
Tras el horroroso crimen sabemos tres cosas:
PRIMERO: que era costumbre del verdugo golpear despiadadamente a Ángela María. La aporreaba sin clemencia una y otra vez.
SEGUNDO: Que al victimario lo habían denunciado y apresado, pero nunca recibió la sanción punitiva correspondiente por alegados amarres y enlazaduras con el poder y/o tomadores de decisiones judiciales de San Juan, y
TERCERO: Que en 2018 y diciembre del año pasado el marido carnicero le propinó sendas zurras a la sufrida y hoy extinta Ángela María. En ambas oportunidades, bajo un melifluo “acuerdo” lo dejaron libre, según denuncian hoy familiares. No lo llamaron a juicio. ¿Hubo CUARTOS de por medio?
Creo en el establecimiento de un régimen de consecuencia, razón por la cual, como ciudadano sanjuanero solicito al Procurador General de la República Jean Rodríguez, disponer con carácter de urgencia, una exhaustiva investigación del caso y gestionar y/o establecer las debidas sanciones a los fiscales y/o jueces que participaron en 2018 y Diciembre del año pasado en el otorgamiento de un benigno perdón a un malvado asesino. Esto sería lo menos que en memoria de Ángela María deben hacer las autoridades judiciales.
Todo indica que el crimen de la joven Profesora Ángela María se pudo haber evitado. Descansa en paz.
El autor es Periodista.
