17.3 C
San Juan de la Maguana

𝑳𝑶 𝑸𝑼𝑬 𝑳𝑬 𝑭𝑨𝑳𝑻Ó 𝑨 𝑳𝑶𝑺 𝑪𝑨𝑰𝑫𝑶𝑺


𝑷𝒐𝒓 𝑱𝒖𝒂𝒏 𝑨𝒍𝒃𝒆𝒓𝒕𝒐 𝑽𝒂𝒍𝒅𝒆𝒛 𝑽𝒊𝒛𝒄𝒂𝒊𝒏𝒐. 𝑬𝒅𝒖𝒄𝒂𝒅𝒐𝒓 𝒚 𝒑𝒐𝒍í𝒕𝒊𝒄𝒐 

Me he motivado a ocupar tu atención a través de algunos párrafos en este escrito, entendiendo que son tiempos muy complicados y difíciles. Es necesario que en ocasiones alguien ponga la verdad sobre la mesa, verdad que puede ser cruel, dura y amarga; pero a la vez muy necesaria. Lo dicho anteriormente obedece a que los hombres y mujeres de buenos valores merecen ser reivindicados. No somos culpables de las acciones de los demás, al final todo cae por su propio peso.   

Hoy vengo a confrontarte con un tema, cuya discusión no es muy usual; puesto que evidenciarlo y ponerlo en práctica no es tarea fácil y, solo las personas extraordinarias; aquellas que son guiadas por el ideario de sus sólidos y sanos principios y con altos estándares de calidad humana, pueden abrazarlo y, hacer de él un estilo de vida. Me llama poderosamente la atención, que ya no se da importancia a cuestiones tan elementales y tan básicas que nos garantizan una buena convivencia y, sobre todo, ayudan a que las relaciones interpersonales sean eficaces, de calidad y duraderas. 

Sé que a tu vida han entrado y salido muchas personas, algunas han sido leales y otras, tal vez, han traicionado tu confianza un sinnúmero de veces. Los que han permanecido a tu lado y han cumplido con lo que una vez se comprometieron incluso, cuando las circunstancias fueron adversas; es porque han entendido que la lealtad es una obligación moral, que debe ser puesta en práctica en momentos de prosperidad y también en momentos de adversidad. A los amigos, a la pareja, a la familia, a los compañeros de trabajo; no se les debe dar la espalda cuando nos necesitan. Todo aquel que se fue de tu lado cuando lo necesitabas, aquel que no mostró fidelidad, quien no te dio una mano amiga en tu momento de dolor, quien decidió hablar de tus defectos a tus espaldas en lugar de ayudarte a mejorar; le faltó LEALTAD, ¡si! a los caídos de tu pedestal les faltó LEALTAD. 

Es muy fácil que nos muestren lealtad en nuestros momentos de abundancia y fama; sin embargo, cuando llega la desgracia, la escases o el descredito a tu vida; solo la gente verdadera estará a tu lado, aquel que siempre ha creído en ti, que está contigo por el gran ser humano que eres y, no necesariamente por la posición social, o los bienes materiales que posees. Nunca se debe confiar más de lo que las circunstancias objetivas ameriten, podemos caer victimas de nuestra empatía e ingenuidad, no todo lo que brilla es oro, ni todo el mundo está en la capacidad de cumplir con la palabra empeñada. 

A esa gente que ha caído del pedestal de tu vida le faltó lealtad. Esta más que demostrado que se puede vivir gracias al favor de los amigos, a la dicha de pertenecer a una familia, o a una pareja que lo da todo por ti; sin embargo, cuando dictan los intereses personales más egoístas y leoninos, o llega un mal momento a tu presente; esos que una vez se beneficiaron y vivieron a expensas de tus desinteresados favores, y se alejan sin dar ninguna explicación; son gente mediocre que pone sus intereses personales por encima de cualquier cosa, incluso, de la amistad más pura y sincera que alguna vez le brindaron. La sociedad anda mal, para la mayoría de la gente los valores son relativos y la ideología una cuestión meramente teórica y sin razón de ser.

Para finalizar, quiero decirte que aunque el mundo sea un lugar donde todo tiene un valor y un precio provisional, las amistades suelan ser para mucha gente algo poco valedero y superfluo, las relaciones de pareja una cuestión de moda y sin importancia y, donde algunas veces te hayan pagado mal, aún dando lo mejor de ti; no te agobies, ni te desesperes, ni cambies tus convicciones. Tú continúa siendo ese ser fiel, excepcional, de profundos y nobles principios, la sociedad necesita más gente como tú; recuerda que la lealtad es un regalo muy caro, no se puede esperar se puede esperar de gente barata.

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